jueves, marzo 29, 2007

Mirando árboles

El sueño de una noche de viaje y las hormonas atolondradas forman una peculiar combinación, un brebaje que debe ser de un color a la vez denso y transparente. Esa extraña combinación se aremolina en mi vientre, me agita el pecho, me cierra los ojos y sale por mis dedos que presionan teclas como única necesidad de ver llenarse un espacio blanco.
El sueño siempre ha sido o mi mejor aliado o mi peor enemigo.
De la ventana veo las paltas maduras que me sonríen, los picos agudos de tierra y viento, algunos pálidos otros rojos, no están más.
Fue difícil buscar un árbol favorito en La Paz, pero creo que aun es muy pronto para decir.

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