viernes, noviembre 30, 2007

El Tungurahua




En el cajón derecho de mi escritorio, hay escondida una bolsa de grajéas de arróz y chocolate.
En mi hombro derecho hay una marca que parece de dolor
En mis manos una verdad que no sé como agarrar
En mi corazón un ritmo de adolescencia

1 comentarios:

Fernando Ducrot dijo...

El dolor de los colmillos, un día, se vuelve placer. Caminas sin creerlo todavía, hasta que entras en la ducha y descubres, en el hombro izquierdo, la marca.