La chica que vivió antes en mi cuarto pegó en el techo estrellas fosforecentes, etnoces la cama estaba en medio, como la de una reina, y había varios muebles más y una tele tamaño grande. Ahora solo queda mi cama de una plaza, el viejo escritorio de mi prima y el ropero destartalado. Pero las estrellas siguen ahí. Las cortinas son las mismas una delgada algo raída y otro mas gruesa para correr los fines de semana.
Despierto en medio de la noche, sábado es un mal día para tener insomnio, aunque podría dormir mucho en fin de semana, tener algo que hacer, una jefa esperando, un encargo pediente, logra hacerme levantar olvidar la mala noche y seguir la vida aunque sea a fuerza de una rutina parca, pero quedarme rendida en la cama dando vueltas haciendo sonar los resortes del catre es más de los que puedo soportar.
Me levanto y me agrada el frío del piso en mis pies, son las tres de la mañana y la ciudad esta silenciosa a pesar del fin de semana, las luces amarillas le quedan muy bien a la ciudad, en los edificios todo esta sereno solo algunas ventanas permanecen con luz. Otros insomnes?, gente reunida?, fiestas?. Me acordé de una lectura de Vila Matas sobre las historias que habrán detrás de esas ventanas con luz a las tres de la mañana.
Vuelvo a la cama, las luces de algunos autos dibuja líneas de luz que recorren todo el techo, son líneas suaves que apenas pasan la cortina, si el techo tuviera alma podría escucharle la risa de cosquillas.
lunes, marzo 02, 2009
Publicadas por Unknown a la/s 5:29 p. m.
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