miércoles, marzo 01, 2006

El ceivo, la niña y la lluvia

No puedo recordar el momento en que mi reflejo dejo de mostrarme el d euna niña y se convirtió de pronto en el de una mujer.

Recuerdo una tarde en el colegio, solo ibamos por las atrdes para hacer tareas o ir a la biblioteca, o por salir de nuestras casa teniendo la biblioteca como mejor excusa.

El Colegio Santa Ana era de los mas antigos de la ciudad, famosos por la rigurosidad con que las reverendas madres enseñaban a la niñas y las formaban en mujeres de bien.
Aun que yo no fui parte de la época más radical de mi escuela recuerdo con fidelidad un cartel de letras cursivas que llamaba la vista ni bien uno entraba en la secretaría, ese cartel decía.
"Educar a un hombre es educar a un ciudadano, educar a una mujer es educar a una nación"
Mi primera intepretación era que las monjas estaban seguras de las capacidades reproductivas de las alumnas y confiaban en que la prohibición de métodos anticonceptivos sería suficiente para lograr que 500 alumnas formen una nación con sus hijos e hijas.
mi segunda intepretación fue que sentían mal pagada su labor formadora de mujeres y les era necesario recalcar la magnitud de la misma.

EL colegio era una típica contrucción colonial para escuela, paredes altas, corredores con pilares, patios amplios, sitios secretos, lugares no permitos, varios pianos.
La entrada era una puerta inmensa de madera, con cientos de manos de pintura que el tiempo le había exigido, la entrada era un saguán que tenía dos puertas inmensa en las apredes de izquierda y derecha y una última de frente con vidrios ahumados, pasada esa puerta a la derecha estaba la entrada a la capilla siempre oliendo a flores, inmensa y silenciosa llena de luz, blanca, con las figuras de todos los santos mirándonos por todas partes.

EL primer patio tenía las salas de de secretaría y dirección a los lados, como dos serpientes por cada lado habían dos escaleras que se juntaban en un pequeño podio bordeado de plantas de las madres, se estrechaba todo en un pasillo pintado con una caricatura, obra de promociones ochenteras, que fieles al legado de su época hicieron un dibujo grotesco y barroco en ese pobre pasillo.

El segundo Patio era el más amplio, podían verse esbeltas las columnas del apergolado del piso de abajo idéntico al de arriba, todo pintado de una palo de rosa, mas bien triste.

En medio del Patio, como un respiro, como una esperanza crecía un ceibo gigantesco cuya longevidad es hasta ahora desconocida, el color de su copa nos decía si era época de exámenes o de frío, nuestro juego predilecto era alcanzar las hojas secas que se le caían atrapándolas con nuestro guardapolvos blancos.

Esa tarde en el colegio, me recuerdo sola, un viento de silbido empezó a revolver las hojas caidas del ceivo, toda las ramas se movieron en un vaiven cada vez mas veloz, los remolinos de hojas aumentaron y ante el magnífico espectáculo del ceivo y el viento empezó a llover ferozmente, como solo llueve en Sucre, una cortina de agua cayó y en los segundos que tardé en llegar al pasillo estaba toda mojada.

Hojas, árbol, viento y lluvia fueron uno, insensibles a mi asombro a mi incredulidad se disfrutaron unos de otros ante mis ojos, entonces escuché.

"Señorita, ¿dónde es la dirección?"
nunca nadie me había dicho señorita antes, pensé mucho en como ese señor vió en mi algo que le hizo llamarme señorita.

La lluvia se fue de a poco y todo se tranquilizó.

Yo creo que ese día me hice mujer, pues supe que alguién me vio como tal, no fue por el primer beso, ni la primera menstruación ni la primera vez que me vi desnuda frente a un hombre.

Fue cuando alguién me dijo señorita un día de sucre lluvioso.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy soprendido por el uso que tienes de los adjetivos. Evitas los lugares comunes con una destreza tan ligera que hasta pareces pasar volando dobre las líneas que tú misma escribes. La híperbole que usas en "Hojas, árbol, viento y lluvia fueron uno" me dejó como girando y reconozco que lograste darle un tremendo aire de naturaliad.
La literatura está hecha de palabras comunes pero puestas en una forma no común. Creo que logras hacer eso. Las metáforas hacen que vayamos a otros mundos pero creo que tú no las usas ya que con tus palabras haces conocer más este mundo ganando para él más adeptos y apasinados por la vida.
De verda me gustó lo que leí y sigue adelante.
JD