jueves, diciembre 18, 2008

Tuve una pesadilla, soñé que presté mi flash a un hombre odioso que viene a mi oficina a veces, es uno de esos que no desperdicia la oportunidad de comenzar cualquier frase con: "cuando yo vivía en Estados Unidos", tiene esa seguridad farsante y ese saludo de falsa cordialidad que me revuelve las tripas.

En la pesadilla él tenía mi flash y yo despertaba en medio de la noche imaginándolo meter sus asquerosas narices en lo que tengo ahí escrito y guardado. Sentí el asco que se siente al ir al ginecólogo.

Hoy me devolvieron el flash y aunque es todo simétrico y opaco, cuando le acerco la oreja casi puedo escucharle los sollozos.

lunes, diciembre 15, 2008

le dije que había leído esa frase:
"suenas como la pata de una paloma al quebrarse", no me entendió, pero eso era lo de menos, cada día iba yo perdiendo miedo, conciente de mi fragilidad, de la capacidad de quiebre que me vendría con los días. En vez de guardarme de acurrucarme, esa certeza me hacía valiente, osada.

jueves, diciembre 11, 2008

Lo guardaría todo en una botella, para que queden ahi dentro aun visibles aun vivos, un escabeche de recuerdos, para poder verlos en los tormentosos momentos que se avecinan. Que me recuerden la pasión, la absoluta entrega, el total olvido de la razón con la que fueron hechos.

Tanta fuerza no pudo quedar en nada, no pudo morir simplemente, seré yo su asesina, pero solo un poco, volverá en otras formas, en otras promesas, volverá con dolor y dudas, pero sobre todo con la pasión y la fuerza con que se inició.

Entonces te lo diré, para que puedas odiarme abiertamente, para que nunca me lo perdones y para que puedas finalmente nunca olvidarme.

martes, diciembre 02, 2008

En una canción de Atajo el tipo todo grandote y malo, con ese vozarrón que tiene, canta un canción rara entre borracha y dulce en la que llama a su madre, le pide que le cargue como cuando era chango, echarse en su regazo dormirse y esperar que ella lo lleve a su cama y lo tape de esa forma en que solo las madres pueden tapar a sus hij@s.

Habrá un día en que no tendré casa a donde llegar, venderán la mía y será otro el olor de las cortinas, el sillón donde hago la siesta quedará en la casa de mi hermana recién mudada, el sol no le dará fuerte ni durante la tarde.
La abuela estará felíz de no olvidar los tres cuartos del departamento de edifico, ya no estará perdida en el laberinto de la casa grande. Pero las plantas morirán pronto, serán menos y ella olvidará que las regó hace poco.

Yo volveré a buscar un lugar más o menos parecido, hace mucho que no tengo esa sensación, esa necesidad, hubo un tiempo en que no me hizo falta, pero la orfandad está siempre al asecho. Solo quisiera echarme en las faldas de mi madre, que no me pregunte nada, que me acaricie el pelo, sin preguntas solo en silencio su mano me vaya quitando todos los temores, como si me cepillara la mixtura de una fiesta que no se me quiere desprender de la cabeza.

Querré volver a su útero al lugar único de donde no debí salir, de donde nadie debió sacarme, pero pobrecita ni ella misma sabía todo lo que sucedería después, es conciente de eso y siente una culpa tonta que pronto se le borra, se ve ahí un poco de ella misma tendida en su regazo, una mujer grande hecha niña, pidiendo auxilio en silencio. No será necesario dar fórmulas ni explicar procedimientos, solo ese retorno al cariño primario, esos ademanes instintivos de protección, esa necesidad de hacerse querer con las manos será suficiente.