jueves, abril 17, 2008

La segunda adolescencia

Intento sacarme el sueño estirando los brazos, se arquea mi columna con una seguidilla de chasquidos quedos, el mundo puede entrar en mi boca. Perdida ya mi saludable costumbre del sueño de ocho horas, he decidido cumplir el lema de lo imposible, aunque deba perderme en los sinuosos abismos de la cafeína.

Me gusta el adjetivo "quijotesco", me lo pongo de mañana junto a la horquilla que me sujeta los cabellos. Es esta extraña adultez a la que no puedo acostumbrarme, acorralada en el saco estrecho de oficinista, por la noches se libera, se hace treceañera, le gusta ver la carne de gallina que el frío le levanta en los brazos y el pecho.

1 comentarios:

Lilyth dijo...

Antes de escribir el comentario tuve que levantar mi quijada del piso, es que acaso me sigues en secreto? Jajajajaa… precisamente estos días que debo buscar un nuevo trabajo, me imaginaba a mi misma como un plagio de adulta, una mezcla de mujer organizada con medias de colores debajo del pantalón, cabellos despeinados y respuestas adecuadas, con una mala costumbre de tejer historias... para mi también quedaron lejos los sueños de ocho horas, los he cambiado por mas horas de vida.
¿tendrá manual esto de convertirse en adulto? Que yo extravié todos los roles cuando -hace años- preferí buscar un arco iris.