miércoles, enero 25, 2006

Confesión mediterránea

Yo vi dos veces el mar
Se dice que los de paises mediteráneos como yo sienten una necesidad cósmica de ver el mar, el primer encuentro entre estas dos criaturas vivas tienen una trascendencia vital en la criatura humana que solo ha visto tierra y montañas en su vida.
Su encuentro es la vivencia de la magia, el contacto con la inmensidad, el despertad de su conciencia de diminutéz y finitud.

Yo hubiese querido sentir la cuarta parte de eso, la verdad es que no me favorecieron las circunstancias, la primera vez que vi el mar venía yo de unas noches largas sin abrigo y con los ojos cansados de tanto asombro. No recuerdo ni las olas ni la arena, ni nada, solo un dolor mortal en la garganta y un casi desmayo, lo siguiente en mi memoria es el Hospital de Valparaiso y la iyección que me dejo cojeando tres días.

Para la segunda vez me preparé psicológicamente para disfrutarlo, era septiembre y supuse que haría algo de calor, pero en Mar del plata, la playa “se pone” recien en enero, el frio y viento que sentí allí son aun indescriptibles para mi pues nunca había sentido frio de mar, solamente de montaña, no se parecen. De todos modos corri a tocar el agua salada. A pesa del viento que me empujaba fuera.

Nunca viví un día de playa, ni busqué caracoles, ni bebi agua salada, por ser cosas desconocidas tienen algo de enigmáticas, sin embargo no siento conexión alguna con el mar, es muy lindo en las películas y en las descripciones de los libros pero no me hace mayor mella.

EL mar debe ser para otros lo que las montañas son para mi.

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