jueves, julio 06, 2006

Tarde

Me costó 20 minutos dejar de leer ese libro, lo traía metido entre los ojos cuando alguien hizo parar el taxi trufi y yo ya estaba tres cuadras mas allá de donde debía bajar. Como la mala no viene sola, las monedas estaban en lo más profundo de mi bolsa. Ante las miradas idiotas de los demás pasajeros y mi “perdón” redoblado a todos pague con las piches monedas que tenia y que para colmo de males se cayeron regadas en la alfombra del trufi y cuando me disponía a alzarlas, el chofer furibundo me dijo “deje nomás”, es decir “deje de joder y bajase de una vez”. Corrí tres cuadras con el libro apretado en mis manos, mientras mi bolsa se resbalaba de mi hombro.
Esas ruptura literarias no son nada saludables, con el susto y el atraso los personajes me quedan dando vueltas, todo adquiere un dramatismo cum laude que me pone en un estado de tensión total.
Me siento frente a la computadora recién encendida, el libro cerrado junto a la pantalla con el separador tentando, silbando como una voz seductora que no se sabe de donde viene, como una invitación. Miro atrás, la secretaria llegará tarde como de costumbre, agarro el libro y pienso que solo voy a contar cuantas hojas me quedan, son solo cinco, a lo mejor y termino antes de que los demás me vean leyendo en plena oficina. Alguien entra a la oficina y me pregunta una estupidez que respondo con diligencia, robóticamente entro a Internet y las ansias están ahí debajo de mi espíritu oficinista con el zumbido de esa vos de la lectura. Escribo el nombre del escritor en el buscador, como si el libro se encontraría ahí y pudiera leerlo bajo el disimulo de buscar información, no encuentro mucho, solo algunas cosas, algunos artículos, ninguno continúa la historia que me ha dejado en ascuas. Entonces me llega la razón.. “basta de cagadas ponte a trabajar que para eso te paga”, el diablo no se deja esperar, “pero el jefe no esta, solo un cacho mas”. No puedo mas debo hacer algo y para este reflejo enfermo de buscar algo del escritor, pienso en buscar su mail y decirle:
Muuuuuuy humildemente te escribo, es que tengo un cuento tuyo atravesado entre los ojos y quería que sepas eso. Atte yo (traducción: me gusta como escribes y quisiera que te guste lo que escribo). Por supuesto que esta última parte no la pongo ni en pedo, pero debo sincerarme en alguna parte.
Ha pasado una hora y lo único que logro es escribir esto. Leo una pagina de las ultimas menciones honrosas del premio Franz Tamayo, todos hombres. Que desgracia!.
Escribiré un libro antes de los 30, llevo 26, me quedan 3.

Los audífonos me dan paz.

4 comentarios:

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