lunes, agosto 20, 2007

Comiendo roedores

Unas patas me saludan desde la orilla del plato, la pálida piel hervida contrasta con las cebollas y las habas verdes que la cubren. Nunca me asqueó la comida, pero es verdad que a veces uno mismo se siente de otro planeta.
Como sin mirar, ocupada mi mente en las tragedias de otros que se van convirtiendo en las mías, pero las patas tienen uñas, la carne tiene un sabor de cebollas, los comensales hablan de la barbaridad que significa que una mujer no cocine. Mulitples adjetivos florecen en la boca de estas mujeres que hablan de otras mujeres.
Yo como roedores que parecen reintegrarse en mis entrañas, corren con su paso veloz y menudo por mi vientre, mis tripas sus canales, sus calles, sus laberintos. Me comen las ratas que he comido.

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