viernes, febrero 06, 2009

Compré un rollito de gomitas ácidas, de esas que tienen como azúcar pegada y te hacen doler detrás de las orejas.
Me gustan las gomitas ácidas, tienen su gracia, su truco. En la tienda de dulces se ven muy inocentes y coquetas todas enrrolladas y de colores festivos, casi siempre tienen su letrero de advertencia "ACIDAS" pero sus perfectas vueltas en amarillo y rojo o celeste y naranja nos desvían inmediatamente la vista del letrero.Además están ahí todas lindas como indiferentes y espectates, 10 centímetros de placer enrrollado y espolvoreado de azúcar, no es posible resistirse.

Estos son días extraños, de comer frutas y verduras, tengo guardada una manzana en la cartera y un durazno en el escritorio del trabajo. Pero es justo a las tres cuando quiero comer algo medio dañino y las gomitas me miran de reojo.
La que encontré hoy es una olvidada, la compré la anterior semana y me olvidé de ella, estaba notoriamente resentida toda apachurrada en mi cartera había perdido algo de su natural glamour.
La saqué con cuidado y la extendí toda como en un ejercicio de estiramiento, los pedacitos de azúcar se le iban derramando, era un desperdicio dejarlos ahí, entonces, previa vista de ningún impertinente de la oficina, bajé la cabeza y le lamí el lomo colorido y azucarado.
Casi pude escucharle esa risa linda de consquillas.

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