Mirarse no siempre es posible, con los ojos justamente ahí en la cara, el diseño implica estar pendiente de lo que pasa afuera. La tele se coloca frente a la cama, la pantalla encima el escritorio, los letreros a media altura.
Las ventanas nos abren, la vitrinas nos llaman, desde la pasarela se ven las montañas.
Solo, a veces, en la mañana cuando ya he soltado el agua y estoy desnuda esperando que caliente, mis ojos me miran. Y yo sé de montañas y de viajes, he visto cosas de la ciudad y algunos libros, he visto ojos tristes, almas solas, gente.
Cuando me veo el vapor de la ducha empieza a llenar el baño, ¿cómo será verse de verdad?, ¿qué vería yo si no fuera solo el reflejo de mi cuerpo desnudo?, ¿qué habría allí que haría dar cuenta que soy yo?. Quiero creer que hay cosas que no se ven en los espejos.
miércoles, marzo 12, 2008
Mañanas de vapor
Publicadas por Unknown a la/s 11:54 a. m.
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1 comentarios:
Linda reflexión.
Citando a Saint Exupery en El Principito, solo te digo, "Lo esencial, es invisible a los ojos".
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