viernes, marzo 07, 2008

un cuento de 8 de marzo

Se lo dijeron y él no pudo disimular la cara de desilusión, había esperado ansioso durante los meses, impotente en las horas, moviendose de un lado al otro del pasillo rezando las oraciones olvidadas de la infancia. Esperó con ansiedad y fatiga, pero sucedió lo que más temía.

Muchos años después, cuando la piel de sus manos parecía de papel y pasaba los días viendo caer las hojas del árbol. No podía contener la húmeda felicidad de sus ojos al escuchar sus pasos de tacón en el pasillo.

***

A las que murieron por mi, sin saberlo.

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